miércoles, 5 de mayo de 2010

REFLEXIÓN PASO NEGRO - SEMANA SANTA 2010

La Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, Cristo de la Columna, y Nuestro Padre Jesús de la Humildad y el Silencio, el Paso Negro,

Nos propone reflexionar sobre el significado de sacar a hombros las Imágenes de Jesús y de María y sobre el sentido de acompañarlos en su recorrido, meditando sobre cada una de las escenas del Evangelio que representan:

LA FLAGELACIÓN, CRISTO ATADO A LA COLUMNA ES AZOTADO POR DOS SAYONES:

Pilato ofrecía al pueblo “castigar” a Jesús con la pena de azotes. No era solamente doloroso, sino humillante, pues únicamente se aplicaba a los esclavos y a los habitantes de las provincias romanas, ya que la Ley prohibía aplicarla a los ciudadanos romanos. Por eso le parecía al Procurador Romano que esta pena ya era suficiente: si de algún modo era culpable ante los judíos por el asunto de su reinado, Pilato pensaba que con los azotes quedaría tan desprestigiado y avergonzado entre los hombres que ya no se atrevería a hablar más de su reino. Pero el alboroto del populacho seguía en aumento, y les soltó a Barrabás; mientras que a Jesús, después de mandarlo azotar, también lo entregó para que lo crucificaran.

La pena de azotes era la inmediatamente inferior a la muerte. Le azotaron con varas conforme a la costumbre romana. Los instrumentos de tortura eran varios: el látigo, que tenía tres correas de cuero endurecido atadas a un palo corto; el vergajo, que eran ramas verdes y flexibles de árbol; la fusta, que eran simples correas de cuero, y por último el flagelo, que era un látigo de correas con bolas de plomo, huesecillos cuadradazos y agudas puntas de hierro llamadas escorpiones. Se alternaban unos verdugos a otros y descargaban toda su furia sobre el Hijo de Dios.

Los azotes de entonces se explican por la cobardía y las mentiras de las autoridades judías y romanas; y los de ahora, los actuales, se explican por nuestras propias cobardía y mentiras. Pero Cristo atado a la columna me perdona y me ayuda con su sufrimiento, en una prueba de amor total, completo e íntegro hacia mi persona.
Mis pecados son el látigo que azota la espalda del Señor, y como respuesta, Él me perdona y me llena de su ternura y caridad.
Devolver bien por mal ha de ser el ideal más completo de todo cristiano, y por tanto, de cada cofrade. No nos basta sólo venerar a Jesús en su tortura de flagelación, sino que nos llama a imitarlo en su actitud interior del amor misericordioso.

PADRE NUESTRO…….






NUESTRO PADRE JESÚS DE LA HUMILDAD Y EL SILENCIO.
EL NAZARENO CAE BAJO EL PESO DE LA CRUZ CAMINO DEL CALVARIO.

Cantaba el profeta Isaías: “Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero Él fue triturado por nuestros crímenes. Sus cicatrices nos curaron. Maltratado, se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.”

Jesús nos llama a cada uno de nosotros: “El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz de cada día y se venga conmigo.” Esta invitación del Nazareno sigue plenamente vigente en nuestros días. Con ella, el Señor nos enseña a soportar nuestra cruz y cargar con ella siguiendo su propio ejemplo. Los cofrades que le seguimos hemos de saber que sólo desde la negación de nosotros mismos y optando libremente por Cristo, aunque caigamos, se puede portar la cruz salvadora.

Jesús carga con la cruz y cae. Ya estaba todo decidido. Era una cruz muy grande, hecha a su medida, una cruz enorme, porque era la cruz del mundo, pero los hombros de Cristo tenían la fuerza de Dios.
¿Quiénes somos los que ponemos hoy la cruz sobre los hombros de Cristo? No hace falta ir a Jerusalén, ni a tiempos de Poncio Pilato. Cada vez que la ponemos sobre uno de los pobres y pequeños, cada vez que hacemos sufrir a un hermano, estamos cargando a Cristo con la cruz, y haciendo que tropiece y caiga abrumado por su peso.

Hay que recordar las veces que también nosotros ponemos cruces sobre los hombros de los demás: con nuestras exigencias y nuestras condenas, con nuestras palabras y nuestros silencios, con nuestros rencores y nuestras venganzas, con nuestros egoísmos, con nuestra inconsciencia y nuestros olvidos. Resulta muy fácil poner cruces sobre los demás. Pero ahora nos fijamos en las espaldas de Cristo que desfallece y cae. Ha venido para poner esas espaldas delante de todos y así carguemos sobre ellas nuestros fallos. Ha venido para cargar con el pecado del mundo y con las cruces del mundo.
PADRE NUESTRO………………




NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES. MARÍA JUNTO A LA CRUZ.

No teniendo ya nada más que dejarnos, Jesús nos regaló incluso a su madre como la mejor y más gloriosa de las herencias.

María, por ser el modelo perfecto del seguimiento del Señor, es también el espejo más completo en el que se puede mirar la Iglesia entera, y por tanto, también el de nuestra Cofradía.
El estilo de valiente y arriesgada sencillez de María, desde su embarazo hasta la huida a Egipto, pasando por el trance de dar a luz en un lugar propio de animales y no de personas, ha sido el modelo de vida de multitud de mujeres fuertes en nuestras familias. Pero donde la arriesgada biografía de nuestra Madre alcanza toda su plenitud es, sin duda, en el Calvario. Durante la Pasión y Muerte del Salvador, recibimos de Ella la mejor lección de presencia dolorida y silenciosa: presencia valiosa por sí misma, sencilla y valiente, llena de la fortaleza y de la ternura siempre armónicas de la condición maternal.

Por eso, nos acercamos a la Virgen para reflexionar sobre sus siete dolores, que son siete momentos dolorosos de su vida transmitidos por los Evangelios:


Primer dolor.- La profecía de Simeón.
“Este hijo está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y será señal de contradicción, y a ti una espada te atravesará el alma”.
Madre Dolorosa, ayuda a tus cofradías a tener en cuenta el dolor de todas las madres del mundo que contemplan para sus hijos un futuro incierto.
DIOS TE SALVE MARÍA……….

Segundo dolor.- La huída a Egipto.
“Cuando los magos se marcharon, el ángel del Señor se apreció a José y le dijo: Levántate, coge al Niño y a su Madre y huye a Egipto, quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al Niño para matarlo”
Madre Dolorosa, que conociste el exilio, el desgarro de abandonar tu tierra, ayúdanos a prestar todo nuestro apoyo a quienes hoy también son refugiados, emigrantes forzosos y desplazados.
DIOS TE SALVE MARÍA…………

Tercer dolor.- El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo.
“Hijo, ¿por qué nos has tratado así?, tu padre y yo te buscábamos angustiados. Él les contestó: ¿Por qué me buscabais? ¿no sabiais que yo debía estar en la casa de mi Padre?”
Madre Dolorosa, te rogamos por todas las familias, y en especial por las que pasan por cualquier tipo de dificultad. Concédenos ser fuente de unidad y de amor en el seno de nuestra familia.


Cuarto dolor.- María en la Vía Dolorosa encuentra a Jesús.
Santa María, Tú que eres la cumbre de la grandeza y dignidad femeninas, te pedimos por todas las mujeres del mundo, para que nos ayudes a valorarlas en toda su dignidad humana, para la construcción de la gran Cofradía universal que es la Iglesia.
DIOS TE SALVE, MARÍA………………


Quinto dolor.- La Crucifixión de Jesús.
Virgen María, Tú estabas allí como Madre y también como figura de una humanidad nueva, solidaria con los que caen más bajo. Concede a tus cofrades descubrir las cruces de nuestra sociedad y mostrarnos como hermanos sinceros, sin ningún tipo de hipocresía, de todos los que participan de la Cruz de Cristo.
DIOS TE SALVE, MARÍA………………………


Sexto dolor.- El descendimiento del cuerpo de Jesús de la cruz.
Santa María, líbranos a los cofrades de vanos esteticismos estériles, para que sepamos valorar nuestro hermoso legado artístico, pero sepamos que representa nuestros pecados por los que Cristo murió y resucitó para darnos su vida misma.
DIOS TE SALVE, MARÍA……………………..

Séptimo dolor.- La sepultura de Jesús.
Santa María de la Soledad, ilumina nuestra vida y nuestra muerte, para que nada pueda separarnos del amor de Cristo y sepamos gozar de la soledad fecunda y no estéril. Concédenos la gracia de saber acompañar a los demás en su propia soledad.
DIOS TE SALVE, MARÍA……………………